Una oportunidad para celebrar a los maestros
En Latinoamérica hay cientos de miles de grandes maestros. Cada mañana, cada tarde, cada noche, en las escuelas de toda la región, dedican sus horas a transformar la vida de sus alumnos. Es probable que todos hayamos tenido un maestro o maestra que haya dejado su huella en nuestras vidas. La propuesta es que busquemos a ese maestro que alguna vez nos inspiró. Tal vez esté en nuestra memoria, en nuestro recuerdo, pero intentemos identificarlo. Y hagamos un ejercicio más: preguntémonos por qué creemos que es un gran maestro.
Un buen maestro es un guía, es el que confía en el valor de sus alumnos, es el que los escucha, los respeta, el que es capaz de dejarse deslumbrar y aprender. Es el que cree que ninguno puede quedar en el camino, el que está cambiando sus vidas y la de su comunidad. Es una persona con creatividad, ambición, modestia, pasión y actitud.
Muchos nos preguntamos cómo motivar a nuestros alumnos. Hacerlo mediante nuestros docentes parece ser el camino. Hace pocos días se abrió una nueva edición del Global Teacher Prize, un premio anual que busca reconocer la tarea docente en todo el mundo. El estatus de los maestros es crucial para el futuro de cada cultura y con el objetivo de elevarlo fue creado un premio de un millón de dólares que busca reconocer mundialmente la tarea de todos los maestros.
En la edición que culminó en marzo pasado, el argentino Martín Salvetti quedó seleccionado entre los 10 primeros porque logró despertar el interés de sus chicos creando una radio en su escuela. Otro caso fue el de la rosarina María Cristina Gómez, profesora de historia que halló en las nuevas tecnologías una alternativa para desarrollar sus clases. Ella fue elegida entre las mejores 50. Peter Tabichi, el ganador del último certamen, estuvo recorriendo Latinoamérica hace pocos días. Él mismo expresó su satisfacción al conocer en la región una gran cantidad de docentes destacados.
Sin embargo, la intención del premio no es reconocer a un docente en particular sino a todos. Es una excusa para aplaudirlos nuevamente. Nominémoslos, es decir, evoquemos su nombre, contemos su historia, que no sólo consiste en decir qué y cómo lo hace, sino plantear una expectativa, sembrar una esperanza. El alcance de la educación es de un poder difícil de medir, capaz de rebalsar cualquier expectativa. Sin embargo, la tarea docente no es un asunto de maestros y alumnos, ni será posible en soledad. La comunidad también puede involucrarse, conociendo y reconociendo a sus maestros.
La tarea docente es compleja y ese enorme desafío no se puede enfrentar sin reconocimiento público. Esperamos que los maestros confíen en sus alumnos, pero nosotros ¿confiamos en los maestros? ¿Los apoyamos? Si la salida es colectiva, el esfuerzo deberá ser común. Muchos maestros nos han inspirado. Y muchos están inspirando hoy a nuestros alumnos.
Cuántas veces la pasión del alumno se despierta más por la adhesión a su maestro que a la materia misma que se imparte. Las personas siempre estamos necesitando una historia cercana, real, palpable, como la de tantos maestros que hoy están en las escuelas de Latinoamérica. Muchos veremos en la historia de otros la historia de nuestros maestros. Porque en definitiva un buen maestro es alguien que inspira para la vida.